Una constelación de cicatrices, de Mia Mallen y Silvia M. Díaz
Autopublicación
ISBN: 979-8422350735
Páginas: 455
Tapa blanda / Tapa dura / Ebook
Nota: 5/5
Sinopsis: En la oficina del Passeig de Gràcia se hace de todo menos trabajar.
Un cayetano, una catalufa, un amante de las plantas, un adonis, una amiga demasiado sincera y muchos más que no saben tener la boca cerrada (en todos los sentidos) comparten tiempo y espacio.
Y todo es buen rollo entre bromas y piques hasta que las cicatrices salen a relucir. Porque a veces el amor duele. Porque a veces el pasado se tiene que enterrar. Y porque a veces con solo querer no es suficiente.
Entre chats, churros, reproches, malentendidos, recuerdos, tensión, discotecas, bares, la Barceloneta, caricias y calor se darán cuenta de que las relaciones no son todo luz. A veces son la noche más oscura. Y en ocasiones relucen entre esa oscuridad, formando una constelación de cicatrices.
Prepárate para vivir una historia de alta tensión.
Pero, ¿cómo cojones se arregla algo que no sabes por dónde ni cómo se ha roto?
El romance (así, a secas, sin fantasía, ni histórico, ni nada) no es un género que suela frecuentar. Pero Una constelación de cicatrices me llamó la atención, y cuando vi la lectura conjunta que las autoras estaban organizando decidí apuntarme. Y la verdad lo disfruté un montón. El libro, y la experiencia de leer con las otras chicas del grupo.
Una constelación de cicatrices nos lleva a Barcelona, a una oficina, un lugar tan mundano como cualquier otro. Un lugar lleno de tensiones, sobre todo desde que Mariona y Beltrán han cruzado esa raya entre la mera amistad, y ha salido todo mal. ¿Por qué? Mariona lo sabe, igual que sus mejores amigos, pero Beltrán está absolutamente perdido y no entiende porqué ella lo está tratando así.
Partiendo de ese punto, las cosas solo se enrollan cada vez más (pun intended). Porque en esa oficina barcelonesa hay muchas cosas: tensión sexual no resulta, secretos, tíos buenos y amor. Lo que no hay, desde luego, es madurez y capacidad de comunicación. Los secretos que se van guardando, los que se cuentan y las verdades que se ocultan entre ellos los personajes convierten el día a día en una verdadera tortura para los protagonistas. Y poco a poco el círculo de amistades que se había formado entre ellos va resquebrajándose mientras cada quien toma el bando de unos u otros.
Eso sí, una como lectora no puede dejar de reírse. Porque aunque los personajes sufran (y vaya que sufren, aunque sea por sus propias tonterías), la forma en que las autoras escriben es hilarante. Al menos casi todo el tiempo. Y es que las escenas que requieren cierta seriedad la tienen en su medida justa, sin volverse melodramáticas pero respetando el tiempo que necesitan los personajes para expresarse.
Y hablando de tiempo, el ritmo de Una constelación de cicatrices es fantástico. Pausado cuando lo necesita, y metiéndole caña cuando hace falta, sin escenas de relleno.
Y así como he disfrutado de la forma de narrar y de la trama, me he enfadado con los personajes. Y con razón, porque son tontísimos. Y están hechos así a propósito, no es que yo sea mala. En palabras de las autoras, Una constelación de cicatrices es una novela llena de red flags a propósito. Una que no oculta ni romantiza los errores de los personajes, y los muestra precisamente en la búsqueda de mostrarle a los lectores los problemas que pueden ocasionar esas actitudes tóxicas.
Eso no evita que me haya pasado la mitad del libro cabreada con uno, otro o con todos los personajes. Salvo Arlet. Porque nadie podría enfadarse con Arlet. El resto son para darles de comer aparte. Aparte unos de otros, porque con cualquier cosa te sacan un drama que te hace llevarte las manos a la cabeza y reírte al mismo tiempo por la tontería. Aun así, se hacen querer a lo largo de la historia, por un motivo u otro, y para el final solo quieres que hayan aprendido su lección y se les pase de una vez la edad del pavo para que puedan ser felices y comer perdices.
En general es una novela amena, de esas que se leen casi sin que te des cuenta del paso de un capítulo a otro. Perfecta para estos días de verano, ya sea en la playa o en la piscina. Cuidado, eso sí, con beber cosas mientras leéis. No hay ninguna garantía de que no escupáis nada con alguna de las ocurrencias de los personajes, y no queremos accidentes.
P.D.: Atención al pato. Best character ever. #TeamArlet #TeamPato #TeamBelván
P.D. 2: Hay representación LGBT+ entre los personajes secundarios.
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